Extractos: Ciudad de Angeles Caidos

Gracias a más que vampiros, les traigo tres fragmentos de la tan esperada cuarta novela de los Cazadores de Sombras

Primer fragmento:
"Clary hizo un ruido de sorpresa, pero no
protestó, ni siquiera cuando Jace la levantó y la llevó hasta la cama. Se repantingaron en ella juntos, aplastando algunas de las cartas y haciendo a un lado Jace la caja para hacerles espacio. Su corazón estaba martilleando contra el interior de sus costillas. Ellos nunca antes habían estado en una cama juntos de esta manera, no realmente… Había estado aquella noche en el cuarto de ella en Idris, pero ellos apenas se habían tocado. Jocelyn tenía cuidado de nunca dejarles a ninguno de ellos pasar la noche donde estuviera el otro. Ella no le tenía mucha simpatía, sospechaba Jace, y no podía culparla. Dudaba que a ella le hubiera caído muy bien, en su situación.

–Te quiero –susurró Clary. Ella le había quitado su camisa, y sus dedos estaban recorriendo las cicatrices de su espalda, y la cicatriz con forma de estrella de su hombro que era gemela de la de ella propia, una reliquia del ángel cuya sangre ambos compartían–. No quiero perderte jamás.

Él deslizó su mano sobre su mejilla, hasta su cuello, hasta los botones superiores de su blusa."

Segundo Fragmento:
A Jocelyn se le suavizó su mirada de ojos verdes.

–Me di cuenta de que él no estaba aquí, Clary. Simplemente no sabía si querrías hablar de ello.

–Lo que quiero decir es –continuo Clary obstinadamente–, ¿crees que hay algo que pueda hacer Jace para “hacer” que te guste?

–Sí –dijo Jocelyn–. Podría hacerte feliz.

Ella le tocó ligeramente la cara a Clary, y ésta le agarró la mano, sintiendo la presión del cascabel en su piel.

–Me hace feliz –afirmó Clary–. Pero él no puede controlarlo todo en el mundo, mamá. Suceden cosas… –vaciló, tratando de encontrar las palabras; ¿cómo podía explicarle que no era Jace quien le hacía infeliz, sino lo que le estaba sucediendo, sin revelar lo que era?

Tercer fragmento:
–No estés preocupada. –Había un filo irregular en sus palabras que la sorprendió–. Jocelyn no quiere que te pase como a mí. No la culpo por ello.

–Jace –dijo ella, un poco desconcertada por la amargura de su voz–, ¿estás bien?

En vez de contestar, Jace la besó, estrechándola fuerte contra él. Su cuerpo oprimía el de ella contra la pared, con el frío metal del espejo contra su espalda, y las manos de él se deslizaron rodeando su cintura. A ella siempre le encantaba la forma en la que él la sostenía. Con cuidado, pero no demasiado suave, no tan suave que sintiera alguna vez que él estaba más controlado de lo que lo estaba ella. Ninguno de los dos podía controlar cómo se sentían el uno con el otro y eso a ella le gustaba, le gustaba la manera en la que el corazón de él martilleaba contra el suyo, le gustaba la manera en el que él murmuraba contra su boca cuando ella le devolvía el beso.